Bienvenidos, si es la primera vez que accedéis a esta página. O encantado de teneros de vuelta, si habéis llegado hasta aquí tras leer mi anteriores publicaciones que cubrían los primeros dos días en Edimburgo. Ésta es una serie de tres artículos detallando la que es, a mi parecer, la mejor ruta cubriendo lo que ver en Edimburgo en 3 días. Por supuesto, esta es mi visión personal sobre lo que es indispensable en esta ciudad para una escapada de puente o de fin de semana largo. Está totalmente basada en mi experiencia de más de 5 años en la capital de Escocia, el último de ellos trabajando como guía turístico en la ciudad.
La ruta la he detallado y estructurado de la manera que me parece más lógica, por cronología y zonas. Pero por supuesto, como dije al principio, sentiros totalmente libres de simplemente coger sugerencias de aquí y allá y montar vuestra propia escapada. La magia de viajar es modelar la travesía a vuestra propia manera. Así que allá vamos, ¡mis sugerencias sobre qué ver en vuestro tercer y último día en Edimburgo!
Nota: Debido a la pandemia del COVID-19, algunas de las atracciones que mencionaré en el post actualmente sufren restricciones al público. Cuando sea el caso, lo mencionaré en una nota como esta.
Índice
Qué ver en Edimburgo – Día 3: New Town, Stockbridge, Dean Village, Royal Botanic Garden y Calton Hill
Lo que propongo ver en Edimburgo el último día es la bella y majestuosa New Town (Ciudad Nueva) y sus encantadores barrios colindantes: Stockbridge y Dean Village. Si no es invierno, visitaría después el Royal Botanic Garden, cogería un autobús a la salida y remataría el día subiendo a Calton Hill, un parque sobre una colina donde pondréis punto y final a la escapada con una bella puesta de sol.
La New Town (que, igual que Canongate, es poco visitada pero es lo que hay que ver en Edimburgo) no es tan new como pueda parecer. Como expliqué durante el día en Canongate, Edimburgo estuvo comprimida por una muralla alrededor de la Royal Mile a partir de 1513. El Muro de Flodden estuvo en pie casi tres siglos, pero a mediados del s. XVIII la ciudad ya no podía más con la superpoblación. Estaba tan mal que empezó un exilio de la gente pudiente hacia Londres, que huían del hedor y la basura. Hay registros históricos que indican que en el s. XVII había edificios en la Royal Mile que alcanzaban las 14 plantas de altura. ¡Y sin cloacas! No me extraña que Robert Fergusson la llamara «The Auld Reekie«, o «La vieja apestosa»…
Al norte de la Old Town no había muro, sino una defensa natural: el Nor Loch. Se trataba de un embalse inundado a propósito por James III en el s. XV. La idea era proteger la ciudad de invasiones norteñas (es decir, desde las Highlands). Al principio sirvió de fuente de agua potable para los ciudadanos. Sin embargo, pronto se convirtió en un cenagal repugnante, conforme los despojos de los habitantes iban a parar al lago.
En 1764, promovido por el entonces Lord Provost (alcalde) George Drummond, se procedió a drenar el ‘lago’. Ya no había riesgo real de invasión por el norte, y la ciudad necesitaba urgentemente expandirse. Con un terreno casi virgen, se hizo un concurso público para la construcción de la nueva ciudad, como en el caso del Eixample de Barcelona. Ganó el concurso un arquitecto muy poco conocido para entonces, Robert Craig. Éste propuso un diseño perfectamente simétrico, con plazas a ambos lados (St Andrews y St George Square), tres avenidas este-oeste para el tráfico rodado (Princes Street, George Street y Queen Street) con dos calles secundarias, éstas peatonales, también este-oeste (Thistle Street y Rose Street). Para seducir al jurado del concurso, su callejero fue muy bien escogido: un peloteo absoluto a la dinastía de los Hanover, la casa real del momento en Gran Bretaña.
Llevó un siglo terminar su obra, pero fue él el hombre que pinceló la primera fase de la New Town a mediados del s. XVIII, que no es pues tan nueva como el nombre nos lleva a pensar. En cuanto las primeras casas fueron construidas, la clase alta de Edimburgo salió por patas de la Old Town, cambiando las moradas oscuras, húmedas y fétidas del casco viejo por unas dignas de su estatus en la nueva ciudad.
Qué ver en la New Town por la mañana
Mi ruta empieza de nuevo en la Royal Mile. Bajaremos por Cockburn Street, una pintoresca calle curvada como Victoria Street, que habréis visitado durante el recorrido a pie de la Old Town. Conforme descendemos al valle que en su día fue el Nor Loch, cruzaremos Waverley Bridge y giraremos a la izquierda para caminar por los jardines de Princes Street.
Nos toparemos al girar con una oscura aguja gótica bien curiosa: es el Scott Monument, en honor al autor Sir Walter Scott. Se puede visitar por dentro (£8 adultos, £2 niños), subiréis por una sinuosa y claustrofóbica escalera hasta la cima. Desde ahí tendréis buenas vistas, pero a mi parecer no es de las cosas que hay que ver en Edimburgo: basta una foto por fuera.
Caminad a lo largo de Princes Street, la calle comercial más importante de Edimburgo. Una vez un señor de Glasgow, la gran ciudad, me contó una chiste sobre Edimburgo, urbe que en Glasgow consideran bien provinciana.
¡¿Edimburgo, una ciudad!? ¡¿Qué clase de ciudad tiene en su calle principal tiendas sólo en un lado!?
Y es que Princes Street es única en el mundo, pues sólo está edificada en su lado norte. Opuesta a los edificios, lo que podréis ver tallada es la fascinante silueta del Old Town de Edimburgo, coronada por el castillo.
Conforme se acabe Princes Street, seguiremos por Queensferry Street y giraremos a la derecha en un par de plazoletas-parques, los llamados circus, que son ubicuos en este diseño de James Craig. Llegaremos entonces al extremo oeste de la antigua New Town, Charlotte Square. Se trata de la antigua St George’s Square, ya que hubo que cambiarle el nombre conforme la ciudad se expandió posteriormente hacia el sur. En esta plaza recomiendo mucho visitar Georgian House.
Georgian House
Nota: Lamentablemente, debido a la pandemia del COVID-19, Georgian House cierra sus puertas hasta 2021.
Horario: Jueves a Lunes, 10 a 16h
Coste: £8 adultos, £6 seniors, estudiantes y niños
The Georgian House es una de las casas arquetípicas de esta primera New Town de James Craig. Pertenece al National Trust of Scotland, una organización que vela por el patrimonio histórico de Escocia. Se trata de una ventana a cómo era la vida y el confort de la clase pudiente en cuanto se mudaron a la New Town. En mi opinión hay que visitar esta atracción turística si vienes a Edimburgo, especialmente si pudiste echar una ojeada a Gladstone’s Land en tu día por la Old Town. Podrás comparar y verás la abismal diferencia entre los dos tipos de hogar, a pesar de que ambos pertenecieran a la burguesía adinerada. Creo que 1h de visita es suficiente.
Una curiosidad interesante es la puerta de al lado de Georgian House. Es la entrada a Bute House, la residencia oficial de la primera ministra de Escocia, actualmente Nicola Sturgeon. A diferencia de la residencia oficial del primer ministro del Reino Unido en Londres, en 10 Downing Street, cuya calle está verjada y fuertemente vigilada por policías armados hasta los dientes, en Escocia uno puede cotillear por la ventana y ver lo que Nicola está desayunando ese día antes de ponerse manos a la obra. Otro talante, vaya.
Seguiremos nuestro paseo por la New Town explorando George Street. Es sin duda la calle más exclusiva y exquisita de la ciudad. Está repleta de boutiques de lujo, hoteles y restaurantes de precio astronómico, un poco como el Passeig de Gràcia de Barcelona o la Calle Serrano en Madrid. A medio camino, cuando nos topemos con una minirotonda presidida por la estatua de William Pitt, viraremos a la izquierda e iremos pendiente abajo por Frederick Street, que posteriormente se convierte en Howe Street. Mientras bajamos tendremos una increíble vista de la bahía del Forth al fondo, y de la iglesia de St Stephen’s que bifurca la calle al final del paseo.
Pero justo antes de toparnos con la iglesia de frente, giraremos a la izquierda y caminaremos por una de las calles más fotogénicas y coquetas que podréis ver en Edimburgo: Circus Lane.
Circus Lane
Circus Lane es una de tantas calles que se construyeron conforme la New Town se expandía más hacia al norte. Para entonces ya no estaban tan de moda las cuadrículas rectilíneas y se preferían calles curvas, por lo que formas como los circus antes descritos ganaron popularidad.
Es una bella ironía que Circus Lane tenga más encanto que la vecina (y principal) Royal Circus. Y es que originalmente en Circus Lane no había más que establos y las residencias del servicio de las familias ricas que moraban el adyacente Royal Circus, mucho más cerca del verdor del parque.
Circus Lane se explora en un santiamén, pues son básicamente residencias privadas. Pero si sois amantes de la fotografía y/o estáis echos unos buenos Instagrammers, no podéis pasar de largo esta callejuela: es de los rincones secretos que ver en Edimburgo.
Al salir de Circus Lane nos encontraremos en el corazón del barrio de Stockbridge. Este es, sin duda, uno de mis distritos favoritos de la ciudad. Tiene el perfecto equilibrio entre belleza estética y diversidad de negocios y ambiente, lo que le convierte en el barrio más hipster del norte de la ciudad. De esos lugares que hay que ver en Edimburgo. Os propongo que callejeéis sin rumbo durante un rato, que exploréis las tiendas de productos gourmet, los anticuarios y las sastrerías. La calle principal del barrio es St Stephen Street, donde recomiendo que paréis a comer en el lugar que más gracia os haga. Eso, si no es domingo. Porque si es domingo, ¡tenéis que comer en el Stockbridge Market!
Stockbridge Market
Nota: Durante la pandemia del COVID-19 el mercado está abierto pero se ha reducido la oferta de puestecillos para reducir aglomeraciones.
Horarios: Domingos, 10 – 16h
A diferencia de Londres, la capital de Escocia no tiene mercados gastronómicos permanentes. El Stockbridge Market es una de las pocas opciones para verlos y experimentarlos en Edimburgo, y es una experiencia muy gratificante. No es muy grande, pero aquí podréis degustar aceitunas y conservas caseras, probar quesos y embutidos locales, y encontraréis diversos puestecillos de comida callejera para chuparse los dedos. Si el tiempo no es muy inclemente, preferiría comer aquí que en cualquier otro lugar de la ciudad, ¡porque además os saldrá relativamente barato!
Qué ver en la New Town por la tarde
Comiérais ahí o no, id a la plazoleta donde se monta los domingos el Stockbridge Market. Desde ahí veréis un puentecillo que cruza un riachuelo llamado Water of Leith. Acercaros al puente, pero no lo crucéis. En su lugar, girad a la izquierda y caminad a lo largo de Saunders Street. Tendréis a la derecha el verde del bosquecillo que crece alrededor del arroyo, y a la izquierda unas casas de protección oficial más bien feúchas. Pero al final de la calle os toparéis con una arcada de piedra, por donde solamente pueden continuar peatones, y a partir de ahí entraréis en un parque de lo más hermoso. Oiréis los pajaritos, el murmullo del riachuelo, el susurro de las hojas de los árboles meciéndose con el viento. Y habrá poca gente. Os olvidaréis que estáis en una gran ciudad.
Pronto llegaréis a St Bernard’s Well. Era uno de los pozos al norte de Edimburgo, descubierto se dice por un grupo de chavales que fueron a pescar al arroyo cuando la New Town empezó a ser habitada. El pozo se hizo famoso por los presuntos poderes curativos de sus aguas, y en plena Ilustración Escocesa las autoridades decidieron construir una preciosa glorieta Renacentista para conmemorar su magia.
Seguid caminando por el paseo del río, y pronto llegaréis a la parte con más encanto, a mi parecer, de toda la ciudad: el Dean Village.
Dean Village
Dean Village fue durante más de 800 años una aldea independiente al norte de Edimburgo. Floreció a partir de 1145, cuando el rey David I, de quien hablamos un poco durante nuestro recorrido en Canongate, concedió un prerrogativa real al lugar para establecer un molino de grano.
Uno de los alcaldes de Edimburgo, John Learmonth, compró la aldea entera en 1826 y la incorporó a la ciudad. Hubo que unirla a la New Town con un puente debido al gran desnivel entre ambas. El Dean Bridge lo construyó en 1833 un famosísimo ingeniero civil de Escocia, Thomas Telford. Telford es más conocido por liderar el colosal proyecto de unir los tres grandes lagos del Great Glen en las Highlands escocesas, creando el Caledonian Canal.
A diferencia del resto de la New Town, la arquitectura en Dean Village es mucho más provinciana y proletaria. Está organizada en colonias de trabajadores de los molinos, las casas pintadas con colores vivos y con patios comunales donde se tendía la colada y se interactuaba con los vecinos. Dean Village entró en decadencia a raíz de los molinos modernos que se establecieron en Leith en el S. XX, y durante los años 60 era un lugar pobre y algo peligroso. Sin embargo, gracias a un gran esfuerzo de restauración y recuperación de la memoria histórica a partir de los años 70, hoy en día es uno de los lugares más demandados para vivir de la ciudad.
No podéis perderos el deambular por este lugar de cuento de hadas, es de esas cosas imperdibles que ver en Edimburgo. Desde los jardines donde estábamos, pasad por debajo del Dean Bridge, subid por Miller Row, y luego descended por Hawthornbank Lane, con las coloridas casas y con vigas de madera a vuestra izquierda. Antes de que la calle gire y suba hacia a la izquierda, encontraréis a mano derecha un puentecito de metal que cruza el riachuelo. Cruzadlo y visitad la plazoleta que queda a vuestra derecha. Se trada del Well Court, el ejemplo más arquetípico de esta arquitectura de colonias industriales, transformada ahora en alojamiento de lujo.
Finalmente id calentando esos gemelos, porque toca subir la cuesta de Dean Path, hasta que os crucéis de nuevo con Queensferry Road, a esta altura una bella avenida ajardinada. Girad a la derecha en el cruce y, pasadas un par de calles, torced a la izquierda y caminad a lo largo de Dean Crescent, que luego se convierte en Dean Street. Durante este recorrido podréis admirar infinidad de casas señoriales y un ambiente próspero, y al final de Dean Street os encontraréis de nuevo en el barrio de Stockbridge, aunque al otro lado del puente que anteriormente no cruzamos.
Ahora toca cruzar la calle y por el paso peatonal coger St Bernard’s Row. En el primer cruce de cuatro calles giraremos a la izquierda, por Arboretum Avenue. Pronto veremos que estamos de nuevo bordeando el riachuelo de Leith, y en la otra orilla veremos las Stockbridge Colonies, otro ejemplo de arquitectura proletaria, casitas adosadas con un pequeño jardín frontal, que hoy en día son alojamiento de lo más exclusivo. Pero seguiremos enfilando Arboretum Avenue y cuando lleguemos a un cruce en T, a la izquierda por Arboretum Place. A nuestra izquierda nos quedará el vasto parque de Inverleith Gardens, y a la derecha se hallará la siguiente atracción del día, el Royal Botanic Garden. Nos toparemos con la puerta principal si seguimos caminando por esta calle.
Royal Botanic Garden
Nota: Durante la pandemia del COVID19 el Royal Botanic Garden está abierto al público, pero aunque sea gratuito hay que reservar con antelación para controlar el aforo. Más información en su página web.
Horarios: Lunes a Domingo 10 – 17h (hasta las 16h en invierno).
Coste: Los jardines son gratuitos. El invernadero son £5 los adultos, y gratis menores de 15.
En este desafortunado 2020 el Jardín Botánico de Edimburgo celebra su 350 aniversario, pues fue fundado en 1670. Esta efeméride lo convierte en el segundo más antiguo del Reino Unido, sólo por detrás del de Oxford. Lo fundaron dos boticarios locales, los doctores Robert Sibbald y Andrew Balfour, con la idea inicial de cultivar hierbas medicinales para usar en sus negocios.
Creo que el Jardín Botánico es algo que hay que ver en Edimburgo en cualquier estación que no sea el invierno. La razón es que en él podréis admirar unas 273,000 plantas, pertenecientes a casi 13,300 especies del mundo. En un día soleado es un placer pasear por él y dejarse embriagar por los aromas y los colores. Y si es invierno, o hace mal día, el invernadero os salvará la visita, pues siempre es como una pequeña jungla tropical en medio de Escocia.
Tras visitar el Jardín Botánico, salid por la puerta Este. Si no es invierno, aún os quedará algo de luz del día, así que vamos a acabar la jornada con una bella puesta de sol. En este punto recomiendo coger un autobús para volver al centro. Tenéis tres líneas (8, 23, 27) a la salida misma de los jardines. Sin embargo, creo que lo mejor es coger el 8 y bajarse en Leith Street, aún en la New Town, justo antes de cruzar el North Bridge y pasar a la Old Town.
Desde ahí, subid por la calle hasta el cruce con Princes Street, donde os toparéis con el maravilloso Balmoral Hotel, y girad a la izquierda, caminando a lo largo de Waterloo Place. Tras 5 minutos os encontraréis, a mano derecha, un edificio imponente, que es St Andrew’s House, sede del gobierno escocés. Y a mano izquierda, las escaleras que suben al parque de Calton Hill.
Calton Hill
Calton Hill es una de las colinas sobre las que se alza Edimburgo. Hay quien dice que Edimburgo es como Roma, pues se construyó entre 7 colinas. En el caso de la capital de Escocia, serían más bien 7 volcanes! Y es que Calton Hill data de la misma época geológica que Castle Rock, el volcán sobre el que se alza el Castillo de Edimburgo.
Es un parque público de lo más agradable. En la cima encontraréis un par de monumentos interesantes, que popularmente conocemos como ‘Las vergüenzas de Escocia’:
El Monumento Nacional de Escocia. Su primera piedra se puso durante la célebre visita de George IV a Edimburgo en 1822. Se construyó con la idea de honrar a los soldados que murieron en las Guerras Napoleónicas, y la idea era que fuera una réplica del Partenón de Atenas, por eso de que Edimburgo era la «Atenas del Norte’ durante la Ilustración Escocesa. Sin embargo, es una de las desgracias de Escocia, pues vemos que sólo construyeron un peristilo del Partenón, y se quedaron sin presupuesto. Se abandonó la construcción a medias en 1829.
Nelson’s Monument, una torre construida en 1816 que conmemora al almirante Horacio Nelson y a su papel clave en la victoria británica sobre Francia y España durante la Batalla de Trafalgar (1805). Si os fijáis en la cruz de la cima, veréis una ranura negra. En su origen, mediante un sistema mecánico, subía cada día a la 1 en punto una bola de cristal con la idea de que ésta destellara con los rayos del sol, y los destellos se vieran desde el puerto de Leith, a modo de reloj marítimo.
Pero, ¿cuántas veces creéis que brilla el sol en Edimburgo justamente a la 1 del mediodía? Nunca funcionó bien como reloj, así que hubo que acompañarlo de una señal acústica que alertara de la hora a los marineros independientemente de la climatología. Así es como empezó el 1 O’Clock Gun que se dispara, aún hoy en día, desde el Castillo de Edimburgo.
Pero lo mejor que hay en Calton Hill, sin atisbo de duda, son las impresionantes vistas panorámicas que tendréis del Mar del Norte, la bahía del Forth y de la Old Town de Edimburgo. ¿Qué mejor manera de acabar nuestra escapada de 3 días en Edimburgo, que con una puesta de sol de postal?
Espero que mi itinerario de lo que hay que ver en Edimburgo en 3 días haya sido de vuestro agrado. Si la habéis disfrutado, por favor, ¡dejad un comentario! Cuanto más feedback reciba, ¡más publicaciones crearé!
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